06 diciembre 2008

Amanecer

Se despertó y fue consciente de donde se encontraba. Los primeros rayos de sol se colaban en la habitación a través de la ventana que a pesar de tener las cortinas corridas no suponían un gran impedimento para la luz. No fue un despertar repentino sino relajado, como el que se tiene cuando no hay ninguna obligación matutina. Aunque la habitación no era la suya le resultaba familiar; acogedora. Sentía a su lado a su amante que seguía dormida y le daba la espalda. Sus ojos volvieron a recorrer la habitación una vez más y acabó de despertar. Una idea surgió en su mente... Se giró hacia su amante y la contempló durante unos instantes. Su respiración era rítmica y pausada por lo que sus sueños debían ser placenteros. Su cabello largo y rubio yacía un poco enmarañado sobre la almohada, y las sábanas la cubrían hasta el hombro. Él se giró y se acercó hasta sentir el calor de su piel. Levantó su mano hasta alcanzar su hombro y comenzó a acariciarlo; de forma muy suave, con mucha ternura como si tuviera miedo de despertarla. Su mano se deslizaba sobre las sábanas, pero estas impedían que sintiera la piel de su amante así que las retiro lo suficiente para acariciarle el hombro y el antebrazo. Las yemas de sus dedos apenas rozaban su piel; casi se podría decir que flotaban sobre ella, pero aún así él sentía la calidez y la suavidad de su amante. Los dedos seguían deslizándose lentamente ampliando poco a poco su recorrido y ahora se deslizaban por la parte alta de su espalda. Ella parecía seguir dormida. Su mano seguía flotando por la piel de su amante como si siguiera el ritmo de una música interior. Esa música que solo los dos amantes escuchan cuando comparten todo lo que son con su otra mitad. La danza del amor había comenzado y ya no era posible pararla. La mano de él acariciaba ya sus caderas, pero siempre volvía a su punto de partida: el hombro. Ella se había despertado sintiendo la dulce presencia de él, pero no se movió y fingió seguir dormida disfrutando de las caricias. Él acarició una vez más su hombro y descendió por su brazo para volver a subir hasta su hombro, seguir por la espalda y alcanzar primero su cadera para luego deslizarse hasta su vientre. La siguiente vez que llegó hasta su vientre deslizó sus dedos hasta casi rozar sus pechos. Ella disfrutaba de aquellas caricias y ya no podía ocultar que estaba despierta aunque seguía sin moverse. Una vez más los dedos de él alcanzaron su vientre y esta vez se deslizaron hacia su sexo deteniéndose al alcanzar la ropa interior. En ese momento ella suspiró levemente. Ambos disfrutaron de este juego durante varios minutos más. Los suspiros de ella cada vez eran más frecuentes lo que hizo que él se sintiera más excitado a cada momento que pasaba. Finalmente ella se giró y saludo a su amante con un apasionado beso. Se abrazaron, entrelazaron sus cuerpos y se acariciaron mientras se seguían besando. Algunos besos eran largos y profundos, otros solo eran breves y simples. … su boca sabia a miel…


PD: He decidido colgar algunas cosas que he escrito o escribo de cuando en cuando. Esto ya tiene unos años, pero me parece interesante. Se aceptan todo tipo de críticas.

1 comentario:

Reena dijo...

No lo he leído aún pero así a primera vista te doy un consejo:

Puntos y aparte, ergo, párrafos.

Un masacote de texto no es muy atractivo...