17 enero 2010

Bullicio

Hoy he ido a entrenar baloncesto al sitio habitual: Oblate Hall. Hacía tiempo que no me encontraba a la comunidad filipina por allí, pero, hoy, allí estaban. Había partido, los locales vestidos de azul oscuro y los visitantes de blanco. Llegué a tiempo para ver el último cuarto. El partido estaba muy apretado, yendo dos puntos arriba los locales. Ambos equipos tenían varios jugadores en el banquillo dispuestos a saltar a la pista bajo las directrices de su entrenador. En la cancha había dos árbitros, mesa con marcador electrónico y hasta megafonía. Y todos absolutamente todos eran filipinos menos yo.

El pavellón dispone de una pequeña gradería en cuyos estremos se sentaban los familiares, siendo mayoría los locales. El juego no era de excesiva calidad, pero si muy intenso debido al ajustado marcador. Tras unos minutos el equipo visitante llegó a empatar e incluso pornerse en cabeza en el marcador. Las aficiones, a pesar de no ser demasiados, coreaban como cientos a sus equipos y la intensidad del choque se vivía en todos los rincones del pavellón.

Fue agradable disfrutar de este ambiente, esa pasión, esa intensidad que hasta a mí, que nada tenía que ver con aquello, se me metió en el cuerpo. A mi cabeza vinieron a la mente los partidos en los que he jugado en equipos en diferentes pavellones y en los que nunca disfrute de un ambiente como el de Obate Hall. Curioso ver esto en un país en donde nobody gives dump about basketball!

PD: Al final se impusieron los locales por tres puntos para gran alegría de su afición.

1 comentario:

Julio dijo...

En fin, yo juego con Javi en Madrid y los unicos espectadores son los que estan en el banquillo que la mayoría de las veces no prestan mucha atención al juego. En fin... un saludo.